lunes, 27 de julio de 2009

La maldición de la llave de bronce (6)

La desaparición de Anastasio Botella dio muchos quebraderos de cabeza a su administrativa, Andrija Buvina, a quien entre otras cosas dio la llave de bronce para que la depositara junto con el resto de las pertenencias de Aguileño.

Tuvo que rastrear entre los precedentes legales para encontrar un albacea sustitutivo de Anastasio. Y cuando finalmente lo encontró, dispuesto a hacerse cargo de la subasta de las pertenencias de Aguileño, la recompensaron prescindiendo de sus servicios (aunque a cambio de una buena indemnización). Así que Andrija se volvió a Zagreb a buscar un nuevo empleo en otro bufete de abogados.

Mientras esperaba para hacer una entrevista se decidió a dar una vuelta por Tkalsiceva y al comprobar que el reloj de sol de ese parquecillo en no funcionaba (porque estaba nublado), comenzó a echar de menos la cantidad de relojes que había por las calles de Madrid... Y desde entonces está por ahí, con el paraguas por si llueve.

1 comentario:

  1. Al menos, la maldición es hiper-realista. En A Coruña vi un busto caricaturizando al sujeto. No estoy nada seguro si era un homenaje o una burla cruel, y además duradera en el tiempo :-(

    ResponderEliminar