martes, 10 de mayo de 2011

La maldición de la llave de bronce(7): los osos

Muchos años después de que Ben Celaf recibiese la noticia de la maldición asociada a su llave de bronce, se encontraba paseando por los bosques del norte de la villa de Madrid. Aún Felipe II no había decidido designar la villa de Madrid como la sede de la corte, y los bosques eran un buen sitio para ir de caza.
Sin embargo, esta osa le pilló desprevenido, y había dejado su ballesta en el suelo, sin cargar. Así que no tuvo más remedio que improvisar, y lanzó lo que más tenía a mano a los osos: la llave de bronce. La osa estuvo jugando con ella unos minutos, lo que le permitió a Ben Celaf ponerse a salvo, mientras hacía esfuerzos mentales por pensar en el presente. Al cabo de unos 10 minutos, la osa y los oseznos se cansaron de la llave y la dejaron a un lado.
Mientras se concentraba y esperaba un momento de distracción para recuperar su llave, se sorprendió: tanto la osa como los oseznos se transformaron en estatuas de bronce.
Como la maldición decía "recuerdes el pasado con regocijo", Ben Celaf nunca habría pensando que esto pudiese afectar a los osos, que como todo el mundo en aquel momento sabía, no tienen alma y por tanto no podían pensar.
Así que no tuvo más remedio que, guiado por su curiosidad de siglos, repetir el experimento con otros osos cercanos.
Así Ben Celaf pudo constatar en pleno siglo XVI que los animales eran capaces de recordar... aunque claro, ¿cómo podría compartir ese conocimiento sin desvelar la maldición de la llave? Así que, un poco decepcionado de tener que guardar un segundo secreto, volvió a su casa con la llave, dejando unos cuantos osos de bronce en el bosque.

Cuando a mediados de los años 1990, los ingenieros fueron a tomar medidas sobre el terreno, se encontraron con esos misteriosos osos de bronce. Pensando en que eran antiguas estatuas homenaje a los osos de Madrid, no tuvieron más remedio que girar el nudo supernorte un poco en sentido antihorario para no tener que mover las estatuas de su sitio... aunque la verdad, hoy en día casi nadie ya se fija.

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