martes, 14 de julio de 2009

La maldición de la llave de Bronce (5)

Anastasio Botella, el albacea de Aguileño, examinó la llave de bronce, la enseñó a dos o tres anticuarios y determinó que no tenía ningún valor como objeto artístico, y lo añadió a la colección de objetos a subastar para los admiradores del torero.

Cuando se encontraba en Nueva York para negociar con Christie's la subasta, decidió comprobar una vez más todos los documentos antes de la reunión. Mientras lo hacía paró un momento para pensar: ¡qué bueno estaba el desayuno en Whole Foods, mientras admiraba los rascacielos en construcción en los alrededores de la zona Cero!

Y desde entonces, presa de la maldición, ahí sigue, comprobando sus cosas.

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