martes, 9 de septiembre de 2008

El misterio de la empuñadura imantada 2

<demasiada filosofía>

Filósofos a lo largo de la historia han intentado ilustrar cuáles pueden ser los límites del conocimiento humano.

Un razonamiento que suelo hacer, como filósofo aficionado, es que siendo criaturas limitadas, nuestro conocimiento es necesariamente limitado. Y como estimo que la cantidad de información del universo es en la práctica infinita, si lo consideramos en el espacio y en el tiempo, queda claro que nuestro desconocimiento es infinito

Dentro de saber que lo que no conoces es infinito, se puede vivir porque la mayor parte de lo que desconocemos tampoco sabemos que lo desconocemos, ni sabemos que parte de lo que conocemos está mal.

Pero existe algo mucho más intrigante: los misterios. Su existencia es más incómoda, porque es algo que querríamos saber y probablemente nunca sabremos. Por que es indudable que hay cosas de las que la información se puede perder para siempre, por culpa de la segunda ley de la termodinámica. Y parece que está en la naturaleza humana el conocer aquello que se nos oculta (lo llamamos curiosidad).

</demasiada filosofía>

Bueno, pues los pequeños misterios de nuestra vida están repartidos por todo el mundo. Recientemente en mi viaje a Canadá encontré que el misterio de los cuchillos con empuñadura imantada no está restringido al restaurante de mi empresa. Eso sí, la magnetización era menor, pero los camareros ignoraban la razón de igual manera.

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