Estando a casi 10.000 kilómetros de las olimpiadas actuales y a 1615 años de las últimas carreras de cuádrigas, ha llegado el momento de revivirlas. ¿El escenario? La oficina. Ahora que en agosto hay mucha menos gente que lo normal, es el momento adecuado para coger el análogo laboral de la cuádriga: la silla con ruedas.
También se podría convertir en un desafío de liderazgo y trabajo en equipo, en el que el mejor piloto debe ser arrastrado por los becarios o subordinados (para nota es convencer al jefe de que tire él también). Aunque claro, en las cuádrigas había que tener las riendas en la mano izquierda y el látigo en la mano derecha, y a los humanos ni se les puede embridar ni dirigir con el látigo... pero en todas las oficinas hay una alternativa muy a mano: ¡la corbata! (pero claro, en el brazo, no en el cuello).
Sin embargo, hay que tener cuidado, porque las sillas no van equipadas con frenos, por lo que hay que tener cuidado en no acercarse accidentalmente a las paredes de vidrio. Ya que si no, podría suceder como en la última carrera registrada en el sexto piso, con este desafortunado resultado.
Hay quien dice que el jefe de Dilbert fue visto correr en una silla antes de que se reemplazara el cristal (aunque no se ve porque es transparente en lugar de blanco), diciendo "yo romperé antes esa cinta de meta".
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