Sin embargo, en muchas ocasiones es impresionante lo bien que se dirigen las multitudes sin necesidad de señalización. Por ejemplo, esta escena en los subterráneos de Ikebukuro, con toda la gente siguiendo rápidamente caminos ortogonales sin nunca tropezarse ni chocarse me parece casi un prodigio de la humanidad.
Animado por este dinamismo, me encaminé a Shibuya, donde se crea una multitud cada minuto y en cuarenta segundos se la da rienda suelta para que cruce en cuatro direcciones (ocho sentidos, doce trayectos) sin tampoco chocarse en ningún momento.
Claro que a un observador avezado no se le habrá pasado que hay algo inusual en ese vídeo. Y no es que haya gente que se pare a hacer fotos, sino que había algo más que filmar. Yo no estaba solo filmando, estaba acompañado por profesionales.
Se puede ver un par de veces que al principio está parado entre la multitud y luego cuando alcanza la densidad correcta comienza a andar (es el que lleva un abrigo encima y luego una mujer con mascarilla se lo quita). Si se fija uno bien, se va al principio y vuelve al final, en cada turno del semáforo les daba tiempo a hacer dos pasadas. Desafortunadamente no sé todavía quién es ni cuál es la película a la que contribuía. Lo que sí me di cuenta es su profesionalidad: yo estaba ya cansado cuando ya llevaba cinco ciclos de semáforo, y ellos ya estaban ahí cuando yo llegué y seguían en busca de la toma perfecta cuando me fui...
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