lunes, 4 de enero de 2010

Lo que llega a comer la gente: Corea

Viajando por el mundo, siempre se encuentra uno a otras gentes, y con ellas, otras comidas. Aunque no lo sabemos con certeza, la incorporación de nuevos alimentos a la dieta, originalmente se hacía mediante un proceso darwiniano: aquél que tenía un producto hambre x valor más alto, veía algo que posiblemente era comestible, y se lo metía en la boca. Sus compañeros y vecinos, si al cabo de unos días le veían sobrevivir, le seguirían más tarde (si es que quedaba alimento).

Hoy en día el proceso es más complejo, y probablemente (porque tampoco tenemos demasiada información) se produce en los laboratorios alimentarios de todo el mundo, y en los laboratorios de los Ferrán Adriá de este mundo. De una u otra manera, uno llega a que por las calles de Seúl se puede encontrar un puesto callejero donde la oferta de comida es de este tipo.

Hay unas que claramente son patatas fritas, otras que claramente son trozos de pulpo desecado, y otras que estarán entre medias (pero parecen moluscos...). Mi producto hambre x valor en ese momento estaba bajo, así que no puedo atestiguar la veracidad de las estimaciones.

Otra diferencia alimentaria en Corea es el énfasis en la comida sana (y ellos argumentan que el kimchi es sano...), y algo se puede notar en las tapas que nos pusieron en un bar de karaoke.

La tabla de fruta tiene una pinta sanísima, pero es que además está la sepia seca al lado de los cacahuetes. Aquí ya si que hice el experimento de probar, y la parte saludable de la sepia seca es el proceso de consumo: Una vez seca, la sepia está bastante correosa, así que mi opinión es que el principal efecto saludable es que con el tiempo que se tarda en procesar un pequeño trozo de sepia, uno podría haber ingerido todos los cacahuetes del plato (sobre todo si uno no es muy fan del Karaoke), de mucho mayor contenido calórico (son un alimento muy completo, aunque un poco desbalanceado por el lado de la grasa).

Pero el trofeo a la comida menos deseable de Corea se la llevan el siguiente puesto callejero: la forma no se comprende bien a primera vista, cuando uno se acerca, la forma es más clara, pero el estómago se rebela, diciendo "no puede ser".

Pero preguntado un local, lo confirmó: son gusanos de seda. Y según él, "están buenos". La verdad es que me resisto a creerlo, pero claro, viniendo de una cultura que cotiza a muy alto gambas, ostras, angulas y percebes, no puedo dudar objetivamente de su palabra hasta que lo pruebe... cuando tenga mucha hambre.

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